El chico perdido en Ipanema


Rio de Janeiro estaba en mi lista de las tres ciudades que quería visitar antes de morir (las otras son Nueva York y Londres, por si alguien me quiere regalar el pasaje) y tuve la oportunidad de llegar hasta sus calles gracias a la gira que realicé con mis buenos amigos de La Big Landin Orquesta.

Una de las cosas que me atrae de Rio es ser la cuna de la Bossa Nova que para mí es fuente de inspiración y regocijo como músico, allí nació gente como Tom Jobim, Joao Gilberto, Vinicius de Moraes entre muchos otros.

Como extranjero tenía la ilusión y la disposición de recoger in situ todo lo que pudiese sobra la Bossa, a saber libros de partituras, discos, videos, conciertos en vivo; en fin, empaparme de ese ritmo cadencioso que he estado escuchando desde que estaba pequeño.

Sin embargo, me di mi torta contra la realidad cultural de Brasil, no conseguí ni discos, ni partituras, ni videos y muchísimo menos vi conciertos en vivo.

¿Por qué? ¿Qué pasó? ¿Por qué no encuentro a la gente en Rio de Janeiro cantando Wave o Canto de Ossanha?

Precisamente caminando por las playas de Copacabana e Ipanema me contaban que la Bossa Nova fue un movimiento que en Brasil tuvo su momento especifico, es decir, nacimiento, desarrollo y muerte. Cuando la Bossa estaba languideciendo Jobim viaja a Estados Unidos para mostrar su música y es desde allí que ésta llega a nivel mundial perdurando hasta nuestros días.

Menos en Brasil.

Esto no significa que en la nación amazónica no conozcan a los precursores de ésta corriente, no solamente saben de ellos sino que los consideran como referencias musicales y los respetan.

Otra de las razones que contribuyeron a la fugaz existencia de la Bossa Nova en Brasil es que ésta nunca fue del todo aceptada por las clases populares ya que lo consideraban como un intento de hacer samba –la música popular por excelencia- dirigida a los sectores clase media de la ciudad. El recelo pudo más que la innovación.

Lo mismo que sucedió con la Onda Nueva del Maestro Aldemaro.

Pero no todo fue decepción, esto me dio la oportunidad de conocer la samba en su estado más original, no la que vemos en el sambódromo durante el carnaval ni mucho menos la que escuchamos con las bandas show en los matrimonios en Caracas, sino esa samba original y tradicional, la del ritmo cadencioso y la de las hermosas poesías. Tuve el placer de conocer música de íconos como Nelson Cavaquinho y Cartola quienes me abrieron la puerta a otra dimensión de la música brasileña.

En fin, a pesar de no encontrar lo que buscaba en Rio de Janeiro me topé con otros tesoros que al final sirvieron para enriquecer mi pequeño acervo histórico musical. Como se dice en los predios de la música “Si quieres sonar como tus influencias, investiga lo que escuchaban tus influencias”.

PD: La foto que acompaña el post no es Ipanema sino Copacabana